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Fernando YAÑEZ DE ALMEDINA. Santa Catalina.

 

 
   YAÑEZ DE ALMEDINA.
   Santa Catalina  de Alejandría
  Realizada hacia 1510
  öleo sobre tabla.
  Gran formato: 212 x 112.
 Localización: Museo del Prado 
                                         Es considerada como una de las mejores  obras del Renacimiento  español  que introduce la influencia de Leonardo en nuestra pintura
             En ella  la  dulzura y serenidad del  rostro y la sonrisa enigmática indican  la influencia de Leonardo Da  Vinci  aprendidas durante su estancia en Italia. En 1506 regresó a España y se instaló en Valencia. 
            La mártir se encuentra de pie delante de un muro en cuya cornisa se observa  una corona ,   un libro  y sobre él la palma del martirio. Detrás y en perspectiva una pared y las ménsulas  nos conduce hacia el fondo donde se encuentra  un edificio de ladrillo  de influencia renacentista .
            Se nos presenta  con nimbo , vestida con ricos atuendos de colores  ( rojo, azul y oros )  , manto con arabescos ( letras cúficas )  con pliegues en los que la luz crea claroscuro , velo   y  adornos : colgantes de oro y collares de perlas.  Esto  y la corona indicarían su estirpe o nobleza.

               El libro  de la cornisa   se relaciona con  su amor  por el estudio y las ciencias, simboliza la SABIDURÍA, por ello es la patrona de los filósofos.  Una vez convertida  al   cristianismo  la llevó a  polemizar con el emperador Maximino II o Majencio  y con doctores  e. intelectuales. Su negativa a dar culto a dioses paganos la  llevó al martirio. 
          
    Sta. Catalina es representada con los atributos de su martirio según se describe en la Leyenda Aurea de Salvador de la Vorágine.
    Primero  intentaron ejecutarlas y destrozar su cuerpo mediante ruedas dentadas  de afiladas cuchillas, pero fueron destruidas por la intervención divina mediante un ángel que las destruyó  yendo  a parar sus restos  sobre  los espectadores entre los que causó numerosos muertos.( en la imagen aparecen efectivamente partida) 
              Finalmente fue decapitada con la espada que  sujeta en la mano.
      
    La composición es simétrica, la mártir ocupa el centro del cuadro.
        Su posición es algo estática  por el predominio de la verticalidad   que se contrarresta con el movimiento de las manos y el giro de la cabeza que mira a su espada.
              Presenta un volumen rotundo  logrado mediante el  efecto de luces y sombras.
   
   La luz procede de nuestra  izquierda
  
 Su  rostro es de una gran belleza  idealizada que transmite  serenidad y fortaleza ante el martirio.


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